La lucha contra el hambre: una guerra que Brasil quiere globalizar
El investigador José Raimundo Sousa Ribeiro Junior, coordinador del citado estudio y geógrafo de la Universidad Federal del ABC, destaca que el alcance del salario mínimo en una zona rural o en una metrópoli es radicalmente distinto porque los costes de vivienda y transporte también lo son. “El porcentaje de domicilios rurales con hambre es mayor. Pero como la mayoría de la población brasileña es urbana, en números absolutos, es mayor en las ciudades”. Y destaca que, “en São Paulo, con un salario mínimo per cápita, los índices de hambre son altos, y eso significa que el salario mínimo es un salario de hambre”. Los programas sociales son un alivio pero, a menudo, insuficientes.
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